
Primera práctica: un árbol. Quizás ninguno de los alumnos nos esperábamos que el curso empezara así. Desde un primer momento pensé en un árbol especial, no uno cualquiera, lo que haría más atractiva la práctica. Dicho árbol es un roble, ubicado en un bosque de hayas cercano a mi pueblo, Aribe, en el pirineo navarro. Resultará extraño el intentar sacar buenas fotos de un único árbol en un bosque, pero éste resalta en gran medida sobre todos los demás. Siguiendo un camino casi borrado por las hojas caidas de los árboles, topas con un gran tronco de unos 3 metros de diámetro que hace que el resto de hayas parezcan finos hilos. Majestuoso en la ladera y rodeado de piedras, musgo, ..., se erige cual totem marcado por lo que parece ser la acción de un rayo. El musgo trepa por su tronco, haciendo que parezca atrapado por el terreno. Apoyados en su tronco encontramos hiedras, hongos... que parecen vivir a la protección del gran árbol.
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