martes, 24 de noviembre de 2009

Bodega de Otazu

La Bodega Otazu cuenta con una particular arquitectura muy atractiva para el visitante. Durante la llegada a su sede, no esperas encontrar lo que más tarde vas a descubrir. Enterrado bajo una gran pradera encontramos el espacio principal, construido cual templo del vino, donde éste descansa en las barricas de madera a la espera de su "puesta a punto", para su posterior vertido por la garganta del más privilegiado comensal. Todo pequeño detalle está cuidado con esmero, tanto en la propia arquitectura como en la principal función de este edificio,la elaboración del mejor vino posible.










Nuestro paso por la bodega, efímero, es casi insignificante ante la eterna espera del vino, que aguarda impasible ante su futuro fin. Las personas, casi como fantasmas, deambulamos sin que eso altere lo más mínimo el ambiente.
.






Como punto final sólo queda nuestro paso, tras degustar este caldo tan minuciosamente elaborado, de manera que lo único que queda son las sombras de los que hemos pasado, y la esperanza de que otro visitante de vida a este letargo.


No hay comentarios:

Publicar un comentario